6/19/2008

_ REFLEXIÓN _

Los fieles laicos, hoy.

Tomando como ejemplo el resultado de la encuesta realizada en este blog, sobre la actuación de los fieles laicos de acuerdo a la doctrina de la Santa Iglesia, y constatando, en su opinión, que debemos comprometernos de manera decidida por lograr un Orden Social Cristiano; hemos determinado, ya que este era el fin de dicha encuesta, ahondar sobre esta cuestión que se torna un tanto desconocida, por lo menos en los jóvenes de nuestros días.

Nos parece en demasía importante definir en primer lugar al fiel laico como lo define la Doctrina Pontificia: Con el nombre de fiel laico se designan aquí todos los fieles cristianos a excepción de los miembros del orden sagrado y los del estado religioso sancionado por la Iglesia; es decir, los fieles que incorporados a Cristo por el Bautismo, integrados al Pueblo de Dios y hechos participes a su modo del oficio sacerdotal, profético y real de Cristo, ejercen en la Iglesia y en el mundo la misión de todo el pueblo cristiano en la parte que a ellos les corresponde.[1]
Explicando esta definición nuestro Papa Pío XII sostenía que eran ellos la linea mas avanzada de la Iglesia.
Queda claro entonces que los fieles laicos, no solo pertenecen a la Iglesia, sino que son la Iglesia.
Nos parece que en este punto se entabla el “problema”, por llamarlo de alguna manera, de la situación aquí planteada.
Pero, ¿cual es el “problema” de los laicos en estos días?
Para responder esta pregunta, miremos la realidad de nuestra Patria Argentina, cada vez más alejada de Nuestro Dios, e incluso, cada vez más alejada del mismo hombre.
Una vez observada esta realidad, que nos golpea día a día, podríamos decir que en Argentina faltan católicos, faltan Hombres y Mujeres que hablen de Cristo, que iluminen con la Doctrina de la Iglesia las realidades cotidianas de la vida.
Paradójicamente, escuchamos, en algunos medios, que los católicos son el 90% de la sociedad de la Patria.
No nos queda entonces otra conclusión, ¡somos muchos, pero iluminamos poco! Y esto se da, por que los fieles laicos no nos sentimos Iglesia, no nos sentimos miembros vivos del Cuerpo Místico de Cristo, miramos a la Iglesia desde lejos, no tomamos partida, no nos entregamos, no portamos la bandera de Cristo en el campo de batalla de la sociedad.

Este es el “problema”, no cumplimos nuestro deber. Deber este, que es bien marcado por el Magisterio: Los fieles laicos son llamados por Dios para contribuir, desde dentro a modo de fermento, a la santificación del mundo. [2]

Empecemos entonces a reflexionar sobre este punto por que Cristo, Nuestro Rey, nos manda de manera urgente a predicar el Evangelio, ya que la actual situación, no solo del mundo, sino también de tantas partes de la Iglesia, exige absolutamente que su Palabra reciba una obediencia más rápida y generosa. [3]
Tomemos, para esta reflexión las palabras del Apóstol, ¡Ay de mí si no predicara el Evangelio!

[1] Concilio Vat. II, Lumen Gentium, 31.
[2] Christifideles Laici, 33.
[3] Ibiíd.

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